lunes, 13 de enero de 2014

España, el país del Sur Europa con mayor economía sumergida (28% del PIB) y más fraude fiscal (8% del PIB).



Los autores del estudio proponen eliminar los billetes de 200 y 500 euros e incentivar el uso del pago con tarjeta.

España es el país del Sur Europa con mayor economía sumergida, hasta alcanzar el 28% del PIB en 2013, y también el que presenta un mayor fraude fiscal, hasta el 8% del PIB, según un estudio realizado por el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid Santos Ruesga y el economista e inspector de Hacienda del Estado Domingo Carbajo.

Según los autores del estudio, titulado el 'Tax Gap' en España, definición, estimaciones y medidas dinámicas para su reducción', la media de fraude en Europa se sitúa en el 18% del PIB, aunque en los países del Sur del continente se aproxime al 25%, siendo por tanto España, con el 28%, el país que más economía oculta al Fisco.

Ruesga y Carbajo estiman que desde el año 2003 la economía sumergida en España ha crecido a un ritmo anual del 6,3%, hasta superar el 28% este año. Además, afirman que España también es el país del Sur de Europa con mayor pérdida de recaudación fiscal estimada (-2,1%), e igualmente de mayor elevación de esta pérdida desde que comenzó la crisis (hasta una media anual del -3%).

El estudio calcula que en España por cada punto porcentual de incremento de la economía sumergida, la recaudación fiscal disminuye 0,35 puntos porcentuales, habiendo disminuido entre 2003 y 2011 en un 12,2%.

 A la vista de estos datos, Ruesga y Carbajo lamentan que en España no haya existido una política "coherente", con una visión "a largo plazo" e integrada, de lucha contra la economía sumergida y el fraude fiscal, y critican que la crisis fiscal del Estado y los problemas recaudatorios han llevado a una "visión puramente represora" de la lucha contra el fraude.
 
 
AMNISTÍA FISCAL Y CORRUPCIÓN POLÍTICA.
"Contradictoriamente se han decretado 'amnistías fiscales' y fenómenos como la corrupción política han reducido grandemente la eficacia de tales políticas", añaden los autores, que apuestan por una visión "proactiva" de la lucha contra el fraude y una mayor cooperación internacional.
 
En concreto, proponen eliminar los billetes de 200 y 500 euros, dado que al empezar la crisis sumaban por sí solos el 71,2% del total del dinero en circulación en España, porcentaje que se ha elevado hasta el 76,7% en la actualidad, mientras que apenas suponen la mitad en la media de la Eurozona y además han bajado en el mismo periodo desde el 36,9% hasta el 36,6%.
 
La eliminación de los billetes de mayor valor debería ir acompañada, según Ruesga y Carbajo, con una incentivación de los medios de pago electrónicos, evitando regulaciones que los encarezcan para los consumidores y mediante incentivos fiscales como los aplicados contra la economía sumergida en Alemania y a favor de los pagos con tarjetas en Asia y América.
 

MAYOR USO DEL PAGO CON TARJETA.
"Una mayor intensidad en el uso de tarjetas y otros medios electrónicos de pago no sólo reduciría la economía sumergida, sino que elevaría el PIB y el empleo, modernizaría la economía e iría a favor de la nueva economía del conocimiento", subrayan los autores, que piden también extender la supresión de los billetes de 200 y 500 euros a toda la zona euro.

Así, recuerdan que en Estados Unidos, donde apenas tienen importancia los billetes de valor superior a 100 dólares y el peso del conjunto de los pagos en efectivo es casi la mitad que en Europa, el volumen estimado de su economía sumergida es también la mitad.

Chari.
Fuentes:
http://www.europapress.es
 

¿SE CONVERTIRÁ LA EDUCACIÓN EN UN LUJO?...



Uno de los rituales más castizos de nuestra democracia es la enésima reforma educativa (siete en 35 años: 1980, 1985, 1992, 1995, 2002, 2006 y 2013). La ceremonia comienza con una propuesta de ley del partido mayoritario elaborada sin consenso con la oposición. Tras ella, se sigue con la pelea sobre la clase de religión y se culmina con el tira y afloja sobre las competencias autonómicas. De lo que casi no se habla es del contenido de la educación: ¿qué y cómo deben aprender los estudiantes para ser capaces de competir en el mundo en el que crecerán?

Este ritual se ha repetido de nuevo con la ley Wert. La ley tiene elementos positivos y que hemos defendido desde aquí y desde nuestro blog, NadaEsGratis. Por ejemplo, intenta reducir el abandono escolar temprano y aumentar la importancia de las matemáticas y la ciencia. Pero no incide en la cuestión clave: el protagonismo de la memorización y la rutina como método educativo.

La educación en España enfatiza la memoria, la repetición de tareas, la actitud pasiva del estudiante y la “dificultad” como un objetivo en sí mismo. Décadas de reformas y contrarreformas apenas han sido un barniz sobre este macizo pétreo del sistema. El resultado final es tristemente claro. Demasiados estudiantes españoles no saben construir un argumento, escribir, presentar en público o analizar datos. Cuando llegan a universidades extranjeras, buscan los apuntes y preguntan qué “entra” y qué “no entra” en el examen. No saben (nosotros tampoco sabíamos) hacer trabajos, leer artículos académicos, investigar con sus propios datos y llegar a conclusiones originales. Incluso los mejores estudiantes sufren de un bajo nivel de inglés y mínima iniciativa propia en el proceso de aprendizaje. Aquellos que se consuelan con el éxito de algunos de nuestros estudiantes en el extranjero (algo que, afortunadamente, ocurre cada vez más a menudo) quizá deberían preguntarse cuántos alemanes, italianos o franceses triunfan en similares situaciones por cada español al que le va bien.

Parte del problema es de medios: la educación nunca ha disfrutado en España del apoyo suficiente. Formar estudiantes creativos es más costoso que dictar apuntes. Los actuales recortes agravarán aún más la situación y ponen en peligro los muchos centros de excelencia que, a pesar de todo, han ido surgiendo en España en las tres últimas décadas.

Pero otra parte muy considerable del problema es de mentalidades. Cuando uno mira lo que estudian los niños, ve grandes listas de ríos y, año tras año, la misma historia de los fenicios que ya memorizaron en el curso anterior. Cuando se comparan estos materiales con los que se cubren en nuestros vecinos del norte de Europa, mucho más centrados en el desarrollo de habilidades analíticas, la sorpresa es significativa. Todavía se puede escuchar a profesores de universidad presumir de que en su asignatura solo aprueban el 10% de los estudiantes, lo cual, más allá de las inseguridades infantiles que tales afirmaciones reflejan, nos preocupa por el desperdicio de horas y recursos que tal práctica acarrea. Finalmente, en la cima del sistema, la selección de los altos funcionarios de las Administraciones públicas se realiza por medio de un sistema de oposiciones decimonónico donde es más importante memorizar oscuros detalles de derecho administrativo que demostrar la habilidad para contrastar hipótesis o resolver problemas.

En definitiva, el sistema de aprendizaje, “repite lo que te he dicho y no cambies ni una coma”, es digno de una sociedad jerárquica en la que el saber viene de arriba y hay que “aprendérselo” todo (quizá esto explique la obsesión de unos y otros por controlar la educación para crear “adeptos”). Pero no de una sociedad donde la información está descentralizada y donde todos pueden disponer de ella y tenemos que ser capaces de encontrarla y analizarla.

Lo grave de nuestra situación es que estas mentalidades son mucho más complejas de cambiar que las carencias presupuestarias. La dificultad es que el sistema ha seleccionado para encabezar España a aquellos que mejor se han adaptado a él. Cuando explicamos a un economista (empecemos con nuestra profesión) que el grado de Economía no debe ser la acumulación de asignaturas de los más variados campos de la economía —aderezadas con Derecho y Administración de Empresas para rellenar—, sino el proceso de aprender a realizar un trabajo de investigación propio, llegando a conclusiones novedosas, se nos responde que eso no sirve para nada y que en todo caso no es lo que quieren los estudiantes. Y sí, desgraciadamente, es cierto: lo que los estudiantes exigen es que les den “los apuntes” para poderlos fotocopiar, memorizarlos y olvidarse de ellos lo más rápidamente posible. Cuando argumentamos con un ingeniero que son mejores carreras cortas, más generalistas, y que el éxito de una escuela técnica no se mide por el número de suspensos en Cálculo de primero de grado, sino en la cantidad de googles o facebooks que han creado sus alumnos, la respuesta suele ser que tales cambios “devalúan” el título (en qué consiste la “devaluación” nunca queda terriblemente claro, excepto como barrera de entrada a la profesión). Cuando tratamos de convencer a un alto funcionario de que pasarse tres años preparando una oposición no es la mejor manera de emplear el tiempo y que sistemas de selección como el británico, mucho más cortos, sencillos y basados en habilidades, se nos replica, por ejemplo, que cómo pretendemos dar una plaza de por vida a alguien que no “se ha sacrificado por ella”, respuesta fascinante desde el punto de vista antropológico, pero carente de sentido.

En consecuencia, aquellos que pueden y deberían cambiar la educación en España nunca han tenido demasiado interés en ello. Sin ir más lejos, la adopción de los planes de Bolonia fue una fantástica oportunidad perdida para ir a grados de tres años. Pero no solo son los gobernantes. Excepto en el ámbito de la dirección de empresas, las universidades privadas que ha creado la sociedad civil desde 1993 han sido decepcionantes.

Este bucle malvado se extiende como un tumor maligno y lo invade todo. La unánime reacción reciente contra los cambios en el sistema de becas solo se entiende cuando se recuerda que, por ejemplo, en las ingenierías, a menudo, se suspende a los estudiantes para demostrar no se sabe muy bien qué. Los profesores de enseñanza primaria, secundaria o terciaria desconfían de cualquier iniciativa que suponga sacarles de la manera en la que han enseñado “desde siempre” y defienden medidas como la antigüedad en el puesto para asignar plazas. Los rectores, supervivientes de procesos electorales demenciales, constituyen uno de los grupos de presión más reaccionarios del país. Los partidos, temerosos de protestas sin fin, prefieren hablar de la clase de religión como un mecanismo de movilización de sus electorados mientras los medios de comunicación acuden fascinados a reportar tales luchas.

Los que quedan abandonados en estas andanzas son, tristemente, las nuevas generaciones, que no reciben la formación necesaria y con ello hacen peligrar el futuro de España. Algunos, quizá muchos, sobrevivirán, fruto de su perseverancia o de la suerte de tener recursos financieros familiares que les permitan suplementar las carencias del sistema. Pero muchos otros, demasiados bajo cualquier métrica, se perderán en la cuneta. Esto es inaceptable.

domingo, 12 de enero de 2014

DEUDA ESPAÑOLA EN 2014


Se prevé que en el año 2014 España tendrá una deuda que ascienda a más de un billón de euros. El ministro de Hacienda y de Administraciones Públicas, Cristobal Montoro presentó el pasado mes de octubre los Presupuestos Generales del Estado para este nuevo año, y hemos podido observar como las pensiones, el desempleo y los intereses de la deuda se comen la mitad de los recursos, lo cual, es un dato bastante preocupante para nuestro país.

La deuda escalará hasta el 99,8 % del Producto Interior Bruto (PIB) el próximo ejercicio. En pocas palabras, España deberá al resto del mundo 1,047 billones de euros, con lo cual, tendrá que pedir prestado a los mercados la cifra récord de 243.888 millones de uros, que equivalen a 668 millones de euros diarios, para poder pagar la factura de la crisis y el elevado gasto público. No obstante, cualquier desviación en el cumplimiento del déficit podría hacer que la deuda superara el 100% de la riqueza nacional en 2014.

Gracias a la caída de la prima de riesgo en el año 2013 España rebajó su factura de intereses y se espera que en 2014 vuelva a bajar. La mejora de la confianza en España ha permitido que el bono español a 10 años cierre 2013 en el 4,15%, lo que juega a favor del Tesoro en su estrategia de financiación. Además, desde que Mario Draghi logró restablecer la confianza en el futuro del euro, el instituto emisor ha logrado recuperar más de 35.800 millones de euros de inversión extranjera en deuda pública española, según los últimos datos del Tesoro del pasado octubre.

Para reducir su dependencia de la banca, el Tesoro lleva tiempo inmerso en una estrategia de diversificación que prevé intensificar en 2014 con nuevas emisiones en otras monedas e incluso con la creación de nuevos bonos, ligados, por ejemplo, a la inflación.

María
http://www.elmundo.es

http://www.elblogsalmon.com/


sábado, 11 de enero de 2014

EL PATRIARCA DE LA SUDÁFRICA LIBRE.


«Siempre he atesorado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que he vivido. Es un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir». Lo dijo en 1961 ante un tribunal que lo juzgaba por alta traición. Y fue 27 años a la cárcel por ello. Afortunadamente, no tuvo que morir por estas ideas.
 
El nombre de Nelson Rolihlahla Mandela va ligado indisolublemente al de la Sudáfrica postcolonial. Educado para ser un líder en su poblado en el Transkei, salió de su aldea para revolucionar todo un país. Su rebeldía se empezó a manifestar en su época como bachiller, para radicalizarse desde 1948, año en que la discriminación y segregación se oficializa. La cárcel forjará su símbolo. 27 años tras los barrotes de un sistema político que se ahogó en el propio presidio de Mandela.
Si hay un personaje en la Historia que ha dejado huella por su palabra y su discurso, ese es Nelson Mandela. Siempre valiente, sencillo, humilde, sincero, generoso con sus enemigos y muy crítico consigo mismo.
Las palabras del líder constituyen su mejor legado, dibujan la personalidad de uno de los líderes más carismáticos del siglo XX y dan testimonio de una época. 'Mandela por sí mismo' (Editorial Plataforma) recopila declaraciones extraídas de discursos, entrevistas, extractos de diarios personales y cartas que Mandela escribió a lo largo de su vida, muchas de ellas dentro de los muros de Robben Island, donde permaneció encarcelado casi tres décadas por su compromiso antirracial. Su lucha y la de su pueblo no se olvidarán nunca: «En la Historia de la Humanidad permanecerá para siempre una mancha imborrable que recordará que el crimen del Apartheid realmente tuvo lugar», dijo Mandela en 1990.
El discurso del ex presidente sudafricano, el primero elegido democráticamente en Sudáfrica y que compartió el Nobel de la Paz con De Klerk, revela no sólo su pensamiento e ideología, sino también cómo aprendió la importancia del esfuerzo colectivo durante su infancia en Qunu, su juventud, los inicios de su lucha, los años de prisión, la soledad de un líder siempre dispuesto a escuchar a amigos y enemigos; la soledad de un hombre que tuvo que separarse de su familia y vivir como un proscrito en su propia tierra.

La autobiografía del fallecido líder sudafricano, El largo camino hacia la libertad, nos deja algunas enseñanzas, en las que uno mismo debemos reflexionar:
Se venció a sí mismo. Esta debe ser la primera victoria de un líder. No puede presidir a otros quien no es presidente de sí mismo. Mandela era, antes que nada, jefe de sí mismo. Y esto se reflejaba hasta en los menores detalles. En una ocasión, un funcionario de la cárcel logró hacerlo salir de sus casillas con comentarios ofensivos sobre su mujer, Winnie. Mandela reflexionó luego: "Aunque había callado a Prins, me había hecho perder el control y para mí aquello había sido una derrota frente al enemigo". Pero también tuvo que vencer otra tendencia muy humana, la de buscar la gloria y el reconocimiento inmediatos. "Como líder–escribe Mandela-, a veces es necesario emprender acciones (...) cuyos resultados no serán conocidos hasta transcurridos varios años. Hay victorias cuya gloria sólo se encuentra en el hecho de que solamente las conocen aquellos que las han hecho posibles". Algo que, acota, es especialmente cierto en la cárcel, "donde hay que buscar consuelo en la fidelidad a los propios ideales, aunque sólo uno mismo lo sepa". Pensemos que durante la mayor parte de sus largos años de encierro (27 en total), la victoria de su causa no era evidente. Por el contrario, hubo largas etapas de oscuridad, de reveses, en las cuales sentirse derrotado es lo más frecuente. Esa soledad, y mantenerse fuerte en el diálogo con uno mismo, es el mayor desafío de un líder.
Generosidad en la victoria. Otra gran lección que da Mandela. Desde temprano adoptó la modalidad de vencer pero no humillar. "En las discusiones nunca sirve de nada adoptar una actitud de superioridad moral sobre el oponente", reflexionaba ya al comienzo de su militancia. Y así actuó el resto de su vida. Cuando sus enemigos –los representantes del régimen de apartheid- finalmente debieron negociar con él una salida política, Mandela les tendió la mano, buscó la reconciliación y hasta compartió el poder con ellos. Además, no sólo no se plegó jamás al racismo antiblanco y al espíritu de venganza, sino que combatió esas tendencias dentro de sus propias filas.
El hombre vence al sistema. Mandela no luchó solo, pero fue su tenacidad la que, pese a los largos años de encierro, lo convirtió en símbolo de la lucha contra el apartheid y en interlocutor obligado del régimen. En el año 1976, fue tentado por primera vez con la libertad a cambio del sometimiento. Le ofrecieron concretamente retirarse con su familia a su aldea natal, a cambio de la renuncia a la lucha. Desde entonces, se sucedieron muchas tentaciones por el estilo. Él las rechazó todas, a pesar de su durísima situación. Esa negativa, esa voluntad de hierro de un solo luchador, abrió fisuras irreparables en el régimen. Un solo hombre puede contra el sistema.
Sus palabras son ejemplo y fuente de inspiración para cualquier individuo o sociedad. «No acostumbro a usar las palabras a la ligera. Si 27 años en prisión nos han enseñado algo, ha sido llegar a entender desde el silencio de la soledad hasta qué punto las palabras son preciosas y hasta qué punto el lenguaje verdadero tiene su impacto en la forma en que la gente vive y muere».
 
Chari.
Fuentes:


¿ CUÁLES FUERON LOS ORÍGENES DE LA MAYOR CRISIS ESPAÑOLA ENTRE 2008-2013?

La crisis económica española 2008-2013, también llamada Gran Recesión o depresión económica española , se refiere a la crisis económica que se inició en 2008 y dura hasta la actualidad. Los efectos se han prolongado durante más de cinco años hasta la actualidad, no sólo en el plano económico sino también en el político y el social. Esta crisis se enmarca dentro de la crisis económica mundial de 2008 que afectó a la mayor parte de países del mundo, en especial a los países desarrollados.

El origen de esta crisis, enmarcada en el contexto de una crisis económica-financiera mundial, estuvo fuertemente influido por el fuerte ajuste de la industria de la construcción tras la caída de la burbuja inmobiliaria.

El valor actual de las viviendas han sufrido una fuerte deflación, esto quiere decir, que a día de hoy la vivienda no tiene el mismo valor que cuando se compró, y la deuda hipotecaria contraída es mayor. Los propietarios de cientos de viviendas se ven en la situación de embargos y de desahucios de las mimas.

Otro de los orígenes de la crisis ha sido debido a la falta de recursos energéticos propios, España siempre ha importado todo su petróleo del exterior por lo que la crisis de los años 2000 produjo una fuerte inflación. La fuerte caída entre 2003 y 2008 del precio del petróleo junto con la burbuja inmobiliaria, causaron un riesgo de deflación.España en 2009 llegó a tener la tasa más baja de inflación en los últimos 40 años. En los años 2011 y 2012, los precios subieron y proporcionó una alta tasa de desempleo y afectó bastante en las vidas de los españoles. Los salarios medios decrecieron y el poder de compra ser redujo.

 Y el último origen es el sistema bancario español, que fue considerado por varios analistas de economía como una de las economías de Europa Occidental mejor equipada y capaz de soportar una crisis de liquidez, debido al gran porcentaje de reservas altas que tenía. Pero todo resultó ser incorrecto, porque durante la burbuja inmobiliaria esta política se relajó y el Banco de España actúo con omisión.

 Se comprobó que la mayor parte de los parlamentarios tenían grandes inversiones en el sector inmobiliario, llegando en algunos casos hasta 20 propiedades. También se revelaron las complicidades que tenían los gobiernos central y autonómicos con el sector bancario. Y esto destapó las fuertes deudas que tenían los partidos con los bancos. Esto llevo a muchas personas a ser juzgadas y condenadas y a muchas otras al desempleo.

María
 
GENERACIONES PERDIDAS


Cada vez con más frecuencia llegamos a la conclusión de que somos una "generación pérdida", jóvenes españoles entre los 16-34 años que no encontramos una salida, un futuro, un trabajo estable... Es verdad que no podemos decir que estemos demasiados preparados ni culturizados, pero sí cada vez, es más habitual ver a jóvenes volviendo a coger libros, a intentar formase, a llegar a tener algo, a pensar que algo bueno tiene que llegar...

¿Y del 40% de jóvenes que sí están preparados? ¿Qué futuro les queda? ¿Tendrán su oportunidad? ¿A caso tienen salidas en España?

Éstos jóvenes siguen estudiando y formándose, o no tienen otra que emigrar, que salir de sus casas sin saber donde ir, que hacer, que les deparará, cada vez hay más indignación...no ven el futuro porque no crean puestos de trabajos para ellos, porque cada día se lo ponen más difícil, porque para trabajar te piden años de experiencia, y ¿cómo van a tener años de experiencia? acaso tienen la oportunidad de demostrar sus valías y sus conocimientos, si solo tienen experiencia en otros oficios que no tienen nada que ver con su formación...que tienen que salir de España para trabajar de camareros, recepcionistas, teleoperador, limpieza de hoteles,...

Por favor, ¡necesitamos una salida! porque cuando todo haya pasado y la crisis se haya ido de nuestra generación nadie se acordará porque llegaran las nuevas pisando fuerte y a nosotros nos habréis dejado en GENERACIONES PERDIDAS.


María

La lotería según el Padre de la Economía.


Adam Smith advirtió hace más de dos siglos sobre la «ridícula confianza» de los hombres en su suerte y recordó que «cuantos más billetes se compran, más posibilidades hay de perder»

«Cuantos más billetes se compran, más probabilidades hay de perder». Hace 234 años, el escocés Adam Smith, considerado el padre de la ciencia económica, ya advirtió de la «ridícula confianza» que tienen los hombres en «su buena suerte» y que les lleva, entre otros comportamientos, a jugar a la lotería.

Un niño de San Ildefonso extrae uno de los premios en el sorteo del Gordo Mucho antes de que los estadísticos actuales demostraran la escasa lógica matemática de la ilusión que este año llevará a los españoles a gastarse más de 3.000 millones de euros en el sorteo de Lotería de Navidad, Smith ya recogió en 1776 en su célebre «Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones», más conocido como «La riqueza de las naciones», sus objeciones hacia este tipo de juegos de azar.

Como parte de su discurso sobre salarios y beneficios en los diferentes empleos del trabajo y el capital, Smith arremete: «La petulante presunción que el grueso de los hombres tiene sobre sus propias capacidades es un mal de vieja data, subrayado desde siempre por filósofos y moralistas. La ridícula confianza en su buena suerte, en cambio, ha sido menos destacada. Y sin embargo es, si cabe, todavía más universal. No existe hombre alguno que no participe de ella, si está en condiciones aceptables de salud y de ánimo».
A su juicio, en este sentido, «todo hombre sobrevalora en cierta medida sus posibilidades de éxito y la mayoría subvalora sus posibilidades de fracaso».

«No existe una lotería justa»
Adam Smith, a quien se conoce también como el fundador del liberalismo económico, cree que «el amplio éxito de las loterías demuestra que la probabilidad de ganar es naturalmente sobrevaluada». «El mundo no ha visto nunca ni verá jamás una lotería perfectamente justa, una en donde las ganancias totales compensen las pérdidas totales: el empresario de la lotería no obtendría en tal caso beneficio alguno», explica.
Más aún, añade: «En las loterías públicas los billetes realmente no valen el precio que pagan los suscriptores originales, y sin embargo se venden en el mercado por un veinte, un treinta y a veces hasta un cuarenta por ciento más. La única explicación de esta demanda es la vana esperanza de acertar alguno de los grandes premios».
Adam Smith, que situaba en el trabajo y no en el dinero el fundamento de la prosperidad, lleva el argumento hasta el extremo: «Para lograr una posibilidad mayor de acertar uno de los premios mayores, algunas personas compran varios billetes y otras compran participaciones en un número todavía mayor. Sin embargo, no hay proposición matemática más cierta que cuantos más billetes se compran, más probabilidades hay de perder. Si se compran todos, entonces la pérdida es segura; y cuantos más se adquieran, más se aproxima uno a esa certeza».
A continuación, Smith pone como ejemplo de este exceso de fe en la propia suerte «los muy moderados beneficios de las aseguradoras», debido, en su opinión, a que «por moderada que habitualmente sea la prima de los seguros, numerosas personas desprecian tanto el riesgo que no quieren pagarla». Otra muestra de «la esperanza en la buena suerte» es, para Smith, «la disposición del pueblo llano a enrolarse como soldados, o a hacerse a la mar».
Todo ello no es más que una base para concluir que «la tasa corriente de beneficio siempre aumenta más o menos con el riesgo», si bien no le parece que aumente «en proporción, o de forma de compensarlo totalmente». De este modo, «la presuntuosa confianza en el éxito» incita a «muchos aventureros» a oficios tan «riesgosos» como el del contrabando, «de tal forma que su competencia reduce los beneficios por debajo de lo suficiente para compensar el riesgo», aclara Adam Smith.
 
Chari.
Fuente: